del prudente saber y el máximo posible de sabor | Año xx Nº 11, enero-diciembre 2019 | ISSN 1515-3576| ISSN versión en línea 2618-4141



La recepción de Gran Hermano: Nueva discursividad televisiva y persistencia explicativa de variables sociológicas clásicas


Hugo Lewin | IIGG, UBA, UNRaf

hugolewin@yahoo.com.ar



Resumen

Este artículo sintetiza los resultados obtenidos a partir del análisis de la recepción de la cuarta edición del Big Brother (BB) argentino, por parte de adolescentes mujeres y varones de distintos sectores sociales.

La programación televisiva está sufriendo una transformación en su discursividad que se expresa especialmente en la estabilización de la llamada reality TV. BB es uno de los ejemplos más claros de este fenómeno, por las temáticas incluidas, su configuración y enunciación, la penetración que ha logrado en audiencias de distintos sectores sociales, la rapidez con que se convirtió en un hecho tematizado por otros programas, medios y actores sociales extramediáticos.

No obstante las transformaciones comunes al conjunto social, el segmento adolescente reproduce en su interior —sobre todo en sociedades de fuerte desigualdad estructural— las diferencias socioculturales que atraviesan al conjunto social. Junto a esto, el género (gender) también construye diferencias. En ese marco y en línea con la tradición compuesta por los estudios culturales sajones y los estudios de recepción latinoamericanos, articulada con la semiótica sistematizada por Eliseo Verón (1987) y las formulaciones sobre el género (gender) de Oscar Steimberg (1993), se realiza un análisis en recepción de la cuarta edición del BB argentino, por parte de adolescentes mujeres y varones de distintos sectores sociales. Las diferentes lecturas obtenidas sobre el programa son explicadas vinculándolas con distintos aspectos de las culturas juveniles, como la sexualidad, la afectividad, la moratoria vital y social.

Palabras clave: realities, recepción tv, adolescencia



The Reception of Big Brother: New Television Discursivity and Explanatory Persistence of Classic Sociological Variables


Abstract

This article analyses the production and reception of the fourth Big Brother (BB) edition in Argentina among male and female adolescents from different social sectors.

The TV programming is undergoing a transformation in its discourse that is expressed on the stability acquired by «TV realities». Big Brother (from now on BB) is one of the clearest examples of this phenomena because of its themes, configuration and enunciation, the penetration that it has achieved into different social groups, the velocity in which it has become a topic for other TV programmes, the media and extra TV actors.

Despite the transformations that society undergoes itself, the adolescent sector reproduces inside it the social and cultural differences that exist throughout the social group, especially among societies with high inequality structures. According to this, the Saxon cultural studies, the Latin-American studies on reception, all of them in relation to the systematized semiotic of Eliseo Verón (1987), and the genre formulations of Oscar Steimberg (1983), an analysis is made in reception of the fourth BB Editions in Argentina among male and female adolescents of different social sectors.

The different readings about the programme will be explained in relation to different aspects of youth cultures, such as sexuality, affectivity, and the social and life moratorium.

Keywords: realities, tv reception, adolescence




Introducción

Este artículo es una síntesis de los principales resultados de la investigación que dio lugar a mi tesis de Doctorado en Ciencias Sociales (UBA), «La Realidad Espectacular: un estudio de la recepción de Gran Hermano en adolescentes de distintos sectores sociales», defendida en 2012. En la tesis se analiza la implantación de este formato televisivo —en el marco del surgimiento de la discursividad reality— y las diversas lecturas a las que dio lugar en un recorte particular de públicos. El problema abordado fue qué relaciones podrían plantearse entre las diferentes lecturas observadas en los distintos grupos de adolescentes que fueron delimitados y las inscripciones de esos adolescentes en las variables nivel socioeconómico y género. A pesar de los numerosos planteos actuales respecto del debilitamiento de estas variables en cuanto a su capacidad explicativa de distintos comportamientos sociales —que, in extremis serían suplantadas, en tanto factores explicativos, por estilos transclasistas— nos interesó ponerlas a prueba una vez más —aun a sabiendas de que existen mediaciones más complejas (Orozco Gómez, 1992)— pero bajo el supuesto de que no han perdido toda su eficacia explicativa cuando de asociar variaciones se trata. El estudio de la incidencia de estas variables se hizo tomando cada una por su lado y también en el recorte producido en su cruce. Si bien la tradición de investigación en la actividad de los públicos mediáticos es demasiado vasta como para resumirla aquí, hay una pregunta sintetizadora de los debates: se trata del interrogante acerca del poder de las audiencias, pregunta clave que, entendemos, solo puede responderse de manera incompleta e indagando en la actividad concreta, esto es, en la producción de sentido realizada por los sujetos abordados, tal como procuramos hacer en esta investigación.


1. Breve marco conceptual y metodológico

La perspectiva desde la que se realizó la investigación articuló como principales postulados teóricos a las formulaciones de Verón (1987, 2001a, 2001b, 2001c, 2004) alrededor de la idea de semiosis social y de Steimberg (1993) en torno al concepto de géneros masivos. En esta línea, sostenemos que las lecturas de un paquete textual específico X solo pueden conocerse conformando, de un lado, un corpus con ese paquete textual extraído de la semiosis infinita y, por el otro, generando un discurso X en el laboratorio conformado por los grupos focales, discurso ad hoc que no vuelve sobre la discursividad social.

En consecuencia, se trabajó a partir de dos corpus complementarios. Por un lado, se realizó un análisis sociosemiótico de la edición 2007 del Gran Hermano (GH) argentino analizando una muestra de programas que incluyó los cinco formatos que adoptó el programa: galas de nominación y expulsión, el debate, los resúmenes y las transmisiones en directo 24 horas. Por otro, se realizaron 8 (ocho) grupos focales —una de las técnicas de conversación que componen el menú de la metodología cualitativa— que abordaron la población resultante del cruce entre los segmentos de nivel socioeconómico (NSE) C1; C2; C3 y D1 y la variable género (gender) representada por mujeres y varones. Desde el análisis semiótico se elaboraron, en producción, un conjunto de hipótesis de lectura; y, en reconocimiento, a partir de la interpretación de las verbalizaciones producidas en los grupos focales, se conjeturaron cuáles fueron las distintas lecturas sobre el programa y su distribución según las dos variables elegidas y su cruce. Por razones de espacio en el apartado siguiente no se citarán las verbalizaciones surgidas en los grupos focales.


2. Resultados

a) Análisis en producción

A partir de la combinación de las tres discursividades televisivas: ficcional, no ficcional y lúdica (Jost, 1997), GH ofrecerá una hibridez discursiva que permitirá hipotetizar en producción distintas lecturas. El mundo lúdico toma prestados algunos principios del mundo de la ficción: esto que sucede, sucede solo en la TV, al tiempo que toma otros del mundo extratelevisivo o real: esos sujetos que ahora están compitiendo en la televisión no son miembros de la institución televisiva como lo serían un actor o un conductor, sino que provienen de afuera de la TV, por lo tanto, no actúan de otros, sino que juegan «en serio». No obstante, a pesar de desarrollarse en un recorte espacio-temporal con reglas internas que suspenden el mundo real o extratelevisivo, como GH se juega en una casa-estudio, que mezcla lo propio de la televisión —el dispositivo de cámaras y micrófonos— con lo extratelevisivo —la convivencia de personas comunes en una casa—, su regulación no resulta puramente lúdica sino protosocial porque juegan a convivir. Este será el gran cambio con respecto a la discursividad lúdica tradicional y lógicamente el punto de articulación con la discursividad no ficcional. Esa protosocialidad, basada en la espontaneidad de los participantes, en el encierro prolongado, en la convivencia forzada, en la consecuente cotidianización del espacio-tiempo lúdico, transforma fuertemente el juego. Hasta ese momento, los juegos y concursos televisivos eran instancias donde el ejercicio de la propia virtud en pos del triunfo no perjudicaba a los otros participantes porque estaba claro que se estaba jugando, de verdad, pero en un espacio-tiempo ficticio. Sin embargo, el juego de GH apela a competencias y reglas protosociales, que hacen referencia al mundo no televisivo. Entonces el relativismo radical propio de todo el juego —dentro de la ley del juego toda acción es válida— tiene consecuencias en los niveles de lectura no lúdicos del programa. Una acción moralmente condenable desde el punto de vista de la convivencia puede ser vista y justificada como una estrategia de juego o como un suceso que alterará el equilibrio y alimentará la máquina del melodrama. Aquello que es una jugada de algún/a participante, desde la dimensión de la discursividad no ficcional podrá verse como metáfora de la supervivencia o como continuidad metonímica de la vida extratelevisiva y desde el universo ficcional será un momento destacado de una telenovela «real». Colocados en un espacio-tiempo que los impulsa a competir y convivir, los participantes resultarán, a la vez, jugadores de un juego intratelevisivo, actores de sí mismos en su propia telenovela y participantes de una experiencia de laboratorio o incluso, y en un extremo, muestra de la vida extratelevisiva. Este entramado de géneros discursivos será clave para entender las múltiples lecturas que habilita GHi.

En producción, entonces, pueden hipotetizarse como reconocimientos posibles:

1. Una lectura lúdica, de concurso o de competencia: la posibilidad de ver GH como un juego con sus reglas, sus premios y sus castigos particulares, determinados a priori por la institución televisiva.

2. Una lectura melodramática o de telenovela «real»: representada por el disfrute de la dimensión narrativa de GH, de su condición de relato coral organizado principalmente alrededor de la temática amorosa, complementada por los conflictos suscitados por la interacción doméstica propia de la convivencia y por la presencia de momentos cómicos y humorísticos, momentos no nucleares de la vida en la casa-estudio que esparcen sus tonalidades a lo largo del programa.

3. Una lectura no ficcional, que ofrece dos grandes posibilidades: la lectura de GH como documento de la realidad extratelevisiva –a la que llamaremos lectura convivencial a secas–; y la de GH como documento de un experimento intratelevisivo realizado con materiales extratelevisivos (las personas comunes que aceptan participar del encierro y la convivencia), a la que denominaremos lectura de laboratorio. Dentro de esta categoría no ficcional hemos incluido, en un lugar secundario, a la lectura de catálogo de fragmentos de cuerpos (femeninos y/o masculinos).

b. Análisis en reconocimiento

Una vez identificadas las lecturas posibles abiertas por el texto, analizamos los resultados ofrecidos por los grupos focales, lo que puede sintetizarse en esta serie de oposiciones:

1. Las y los adolescentes de sectores bajo y medio bajo destacan las acciones sucedidas en el espacio de la casa, donde la convivencia es la temática destacada, mientras que las y los adolescentes de sectores medio y medio alto destacan las acciones sucedidas en el espacio del estudio, donde la temática destacada es la competencia.

2. Las y los adolescentes de sectores bajo y medio bajo reconocen representatividad social a las personas convivientes, en tanto que las y los adolescentes de sectores medio y medio alto consideran a las personas convivientes como personajes —más o menos excéntricos—al servicio del programa.

3. La actuación orientada a sobrevivir en el concurso será criticada, desde una perspectiva ética, por los televidentes de los sectores bajo y medio bajo. La actuación orientada a sobrevivir en el concurso será más tolerada y hasta destacada por los televidentes de sectores medio y medio alto.

4. Las adolescentes de los distintos sectores destacan elementos propios de la telenovela: figuraciones, historias, motivos catalíticos. En cambio, los adolescentes varones se mostraron refractarios a los elementos propios de la telenovela.

5. Los adolescentes ven GH como un catálogo de fragmentos de cuerpos femeninos. Frente a esto, las adolescentes ven GH como un catálogo de fragmentos de cuerpos masculinos, pero lo admiten con una mayor dosis de pudor.

6. A la vez, a medida que ascendemos en el NSE está más presente la lectura de catálogo de fragmentos de cuerpos.

7. La trastienda de la intimidad, verbalizada como chusmerío, conforma un tema intermedio que es blanco de juicios de gusto negativos en todos los grupos focales. Pero esas expresiones están más presentes en varones y a medida que crece el NSE de los entrevistados.

8. Las y los adolescentes de sectores bajo y medio bajo postulan un enunciador objetivo y suscriben un pacto de aprendizajeii, mientras que las y los adolescentes de sectores medio y medio alto postulan un enunciador manipulador y privilegian el pacto de entretenimiento. Las adolescentes combinan esos enunciadores con uno narrador, al servicio de la telenovela «real».

9. Las adolescentes delinearon un enunciatario ocioso, vergonzante y unisex. Los adolescentes de sectores bajo y medio bajo delinearon un enunciatario ocioso, vergonzante y femenino. Los adolescentes de sectores medio y medio alto delinearon un enunciatario ocioso, muy vergonzante y femenino.

10. Las adolescentes de sectores bajo y medio bajo desarrollan procesos de aprendizaje especialmente afectivo, orientados a la actuación en el mundo privado. Los adolescentes de sectores bajo y medio bajo desarrollan procesos de aprendizaje especialmente de carácter ético, orientados a desempeñarse en el mundo público.

11. Las y los adolescentes de sectores bajo y medio bajo muestran una relativamente baja familiarización con el pacto interactivo propuesto por GH. Al revés, las y los adolescentes de sectores medio y medio alto muestran una relativamente alta familiarización con el pacto interactivo propuesto por GH. Las adolescentes muestran un mayor compromiso que los adolescentes con el pacto interactivo propuesto por GH.

De la lectura de estas hipótesis se desprenden dos oposiciones fuertes (ver cuadro 1): una entre las y los adolescentes C3 y D1 por un lado y los C1 y C2 por otro, y otra entre varones y mujeres. La primera de ellas opone la referencialidad —convivencia, personalidades, procedencia social de las personas— a los problemas genéricos —GH sería un género como cualquier otro, en él no hay personas sino roles que lo hacen funcionar discursivamente—. Cuando descendemos en la escala de NSE, GH se transforma en documento social, cuando ascendemos en ella es tomado como un programa de entretenimiento más.

La segunda gran oposición coloca de un lado a las mujeres, con su predilección por lo melodramático y lo afectivo, y del otro a los varones, que se muestran reactivos frente a ese nivel discursivo presente en GH y para quienes la presencia del sexo opuesto en tanto exemplum parece reducirse al catálogo de fragmentos de cuerpos femeninos. Esta lectura de catálogo apareció con mayor presencia a medida que ascendíamos en el NSE, sobre todo en los varones.

Ahora bien, estas oposiciones, así planteadas, ocultan algunos matices presentes en las descripciones y análisis de cada uno de los ocho grupos focales, matices que conducen a los particulares modos de combinar las lecturas en cada grupo. Su rescate permitirá dar cuenta de diferencias menos notables pero no por ello menos importantes.

Comenzando desde el segmento de NSE más bajo de la muestra, vemos que en los varones resultó dominante la lectura documental a secas, esa que supone una contigüidad entre el mundo externo a la TV y la convivencia en la Casa. Mientras tanto, en las mujeres D1 y en los grupos C3 predominó la lectura de laboratorio, esa que entiende lo vivido en la Casa como una realidad sui géneris resultado de un experimento sociológico, en algún caso con matices psicológicos. Cuando pasamos a los segmentos de NSE medio o medio alto cambia la tendencia y aparece la lectura más «legítima» de GH, la que desde el tradicional esquema de Stuart Hall retomado por Morley (1996) entenderíamos como preferencial: GH como un concurso en el cual un grupo de personas comunes, procedentes del mundo extratelevisivo, convive constreñido por las reglas del juego. Esa lectura será reivindicada por los cuatro grupos C2 y C1, aunque en los integrados por mujeres se observó, además, el destaque de lo melodramático, con mayor intensidad en el sector medio y disputando primacía con el concurso, mientras que en el sector medio alto la lectura de telenovela se subordina a la de concurso. También en las adolescentes de sectores bajo y medio bajo se encontró la lectura de GH como telenovela, conformando así —en todos los niveles de NSE— la mencionada diferencia fuerte entre mujeres y varones alrededor del disfrute o no de los elementos melodramáticos. Finalmente, surgió otra diferencia entre varones y mujeres, en este caso, procedentes de los sectores D1 y C3: el aprendizaje a partir de la lectura de GH se orientó en los varones a aspectos que entendimos como públicos —guiones de interacción con los otros y la ética implicada en el modo de convivir y/o de jugar— mientras que en ellas se relacionó con aspectos afectivos, o del orden privado, cuestión que retornaremos en 4.b.


Cuadro 1. Lecturas predominantes según el cruce entre sector social y género

D1 varones

GH como documental de la vida extratelevisiva.

D1 mujeres

GH como como documental de un experimento sociológico y telenovela.

C3 varones

GH como documental de un experimento sociológico.

C3 mujeres

GH como telenovela y como documental de un experimento sociológico.

C2 varones

GH como un concurso.

C2 mujeres

GH como telenovela y como concurso.

C1 varones

GH como un concurso.

C1 mujeres

GH como concurso y como telenovela.


3. Discusión: los resultados de esta investigación confrontados con los resultados del estado del arte

En este artículo hemos privilegiado discutir los resultados obtenidos con los presentados por otras investigaciones. Respecto del marco teórico elegido, el mismo nos ha resultado adecuado para abordar el problema de investigación planteado. En cuanto al debate con otras perspectivas desde donde mirar el fenómeno de la recepción, dedicamos un breve espacio en el apartado final.

Nos preguntamos entonces: ¿Qué de lo hallado estuvo presente en investigaciones anteriores? ¿Qué dato o interpretación nuevos aporta esta investigación al conjunto de análisis de GH en recepción? Para acercar respuestas a estas preguntas repasaremos lo planteado al respecto en la tesis de doctorado (de manera resumida, por lógicas cuestiones de espacio). Organizando los hallazgos de las investigaciones en distintos ejes y considerando con qué variables estarían incidiendo según los autores, incluyendo la ausencia de propuesta al respecto, encontramos cinco grandes grupos:

a. GH como globalización cultural.

b. GH como telenovela para las adolescentes y como catálogo de masculinidad para los adolescentes: la incidencia del género (gender).

c. GH como expresión de un pacto interactivo entre medios y audiencias.

d. GH como documento de repertorios culturales y como práctica integradora o distintiva: la incidencia de la generación.

e. GH como concurso y como documento de la convivencia.

a. El primer conjunto de textos se compone del trabajo de los autores (Kilicbay y Binark, 2004) en el que sostienen que Big Brother (BB) ofrece modelos de identificación dirigidos a una sociedad que —como la turca en su caso— se encuentra en proceso de cambio cultural en el marco de los procesos de globalización. Esos modelos de identificación se relacionan, tal como también lo plantearon Lochard y Soulages (2005), con la cultura juvenil, consumista y cosmopolita que BB ofrecería en sus distintas versiones a lo largo del planeta. En estos análisis la variable considerada es el contexto cultural nacional —en tanto entramado intertextual— y la pregunta que subyace es cómo se articula lo local con lo global, habida cuenta de que lo local mediará —tal como lo plantearon históricamente Liebes y Katz (1997) en su citado trabajo sobre Dallas— en la recepción de este formato internacionalizadoiii. Aunque no hemos problematizado este aspecto de GH en este trabajo, algunas verbalizaciones recogidas al conversar con las y los adolescentes sobre su consumo de televisión en general en las que los segmentos más favorecidos se mostraron más familiarizados con productos culturales globales —especialmente series o realities de canales pagos de TV— nos llevan a pensar que esos sectores debieron haberse relacionado mejor que los C3 y D1 con los elementos transculturales de GH.

b. En este eje colocamos la investigación de Götz (2001) por su consideración de la incidencia del género en las lecturas que las y los adolescentes realizaron del BB alemán. Según esta investigadora, «una cantidad considerable de mujeres miraban regularmente la telenovela diaria más exitosa de Alemania, Gute Zeiten, schlechte Zeiten (Buenos tiempos, malos tiempos) antes de Big Brother»iv. Así, mientras un número considerable de mujeres vio ese programa como una telenovela juvenil, los varones lo utilizaron para debatir los modos en los que se construye subjetivamente la masculinidad. A primera vista la tendencia se asemeja a nuestros resultados: por un lado la lectura melodramática propia del universo femenino y por el otro los varones practicando otra, vinculada a sus particulares necesidades de subjetivación. La oposición es, creemos, de tipos de lecturas, no de los usos sociales que podríamos postular para esas lecturas. En efecto, en ambos casos se están tomando del programa sentidos orientados a procesos de subjetivación adolescente, solo que, por una hasta ahora tradicional división entre los géneros, las mujeres se estarían relacionando preferentemente con la temática de la afectividad a través de la identificación con personajes y situaciones y los varones preferentemente con sentidos ligados a la sexualidad. No obstante, y en línea con las transformaciones actuales en materia de roles de género (Giddens, 1998), Götz encontró como positiva la lectura según la cual algunos varones vieron con agrado que hombres percibidos por ellos como bien masculinos desarrollaran en la casa-estudio tareas domésticas propias de la convivencia.

c. Con respecto al pacto interactivo, la misma Götz encontró que algunos niños y adolescentes valoraron poder «ser parte» de BB a partir de las posibilidades de interactividad que propone el programa. También lo valoraron los televidentes entrevistados por Verón (2001c). Lo mismo diremos nosotros, pero diferenciaremos lo manifestado al respecto según dos variables: el NSE de las y los adolescentes —como se dijo, resultaron más familiarizados con la interactividad como propuesta los adolescentes provenientes de los sectores sociales más favorecidos— y según el género —resultaron más involucrados en la participación en foros y votaciones las mujeres—.

d. La alemana Götz y la argentina Sáez (s/f) problematizaron la variable generación. Para ambas, los jóvenes espectadores de GH en particular y de la telerrealidad en general naturalizan la presencia en la pantalla de la cotidianeidad de las personas comunes, a diferencia de las generaciones anteriores, en línea con lo postulado por Verón (Scolari y Carlón, 2007) respecto de la presencia de esas personas en la etapa actual del TV, la postelevisión. Esto les permite a aquellos verlo como un documental y, a partir de esa lectura, que funcione, en palabras de la primera, como un repertorio de cultura juvenil susceptible de ser apropiado. Además, Götz encuentra que, a nivel de la recepción, se produce una frontera entre aquellos que asisten a la escuela primaria y los que asisten a la secundaria. Para los primeros el BB alemán representó la posibilidad de disfrutar de la propia situación de recepción junto a otros, en su caso, junto a sus padres, quienes se convertían en mediación (Orozco Gómez, 1994) tanto en el momento del visionado como en las conversaciones posteriores. Mientras tanto, en el caso de los estudiantes de nivel secundario el acompañamiento era ya no de los padres sino del grupo de pares, tomando así distancia de aquellos y de la institución escolar como figuras de autoridad. Sáez encontró, en línea con la ya señalada mayor familiarización de los jóvenes con el carácter de GH de documento de algún tipo de realidad, que las verbalizaciones acerca de la capacidad del programa de dejar alguna enseñanza fueron mayores en los adolescentes y jóvenes y casi nulas en los adultos, siendo estos los que realizaron con mayor frecuencia lecturas de otro tipo, aunque lamentablemente no profundiza en este aspecto. Puede discutirse el hecho de que en cada una de estas dos investigadoras la familiaridad con la dimensión documental de GH no parece ser patrimonio exactamente de la misma causa: en la alemana se trata de una naturalización propia de la generación y en la argentina posiblemente intervenga, sin que ella lo problematice, además de la generación la procedencia social de los entrevistados (sector medio bajo y bajo) que, como en la tesis cuyos resultados dan lugar a este artículo, destacaron las lecturas de la convivencia.

e. Por último, un conjunto de investigaciones expone sus resultados sin relacionarlos especialmente con alguna variable. Sin embargo, por ser mayoría y por plantear como hallazgos las principales lecturas propuestas en mi tesis, merecen un lugar destacado en la discusión. Hill (2006) plantea dos posibles lecturas: una que gira alrededor de la competencia entre los participantes y otra alrededor de su condición de convivientes. Reforzando esta oposición, se refiere a un «ambiente lúdico y documental»: BB no es solo entretenimiento sino también un documento que permite analizar las actitudes y comportamientos desarrollados por los sujetos comunes que los protagonizan y, de este modo, aprender de ellos. En línea con Hill, Andacht (2003) parece postular principalmente dos lecturas: la que denomina melocrónica de lo real; y la lectura de los participantes en tanto jugadores. De la primera de las lecturas —la interacción en la Casa— también considera que pueden extrapolarse aprendizajes. La lectura dramática no es destacada, pero se sugiere al citar una verbalización producida en un grupo focal. Los entrevistados por el chileno Souza (Michelle, 2009) valoran el potencial instructivo de GH, proveedor de modelos de cómo gestionar el conflicto desde una ética del yo. Sin embargo, otros televidentes entrevistados por el mismo autor encuentran que se inducen conflictos entre los participantes y construyen verdaderos nudos dramáticos en busca de rating, sumando a la lectura de GH como un documento de algún tipo de realidad la posibilidad de lecturas no veristas. Otro trabajo chileno, el del Centro de Investigación de Periodismo y Publicidad (2004), encontró que los jóvenes no solo ven GH como un programa de entretenimiento, sino también como una fuente informativa crucial a una edad en la que es prioritario aprender la forma de relacionarse con el sexo opuesto. En igual sentido, para Lumby y Probyn (Michelle, 2009) muchas jóvenes australianas aprendieron de BB «qué hacer y qué no hacer», procesando así al programa como una suerte de «laboratorio de relaciones» televisado, pero no profundizan en la dimensión principal del género: la competencia.

Verón (2001c) propone dos lecturas principales, una basada en la competencia entre los convivientes y otra centrada en la documentación de la convivencia. Ambas se apoyan en la autenticidad de lo que sucede, sea el despliegue de tácticas y estrategias o sea la gestión de la convivencia. Además menciona una tercera posibilidad: GH permite la construcción de «un relato con múltiples alternativas» lo que abre la posibilidad de que el programa funcione también narrativamentev. Igarzábal, inspirada explícitamente en Verón, analiza GH III y repite las dos lecturas destacadas por este, aunque también sugiere la existencia de otras dos: la enfocada en descifrar las intervenciones de la producciónvi y otra cercana a los géneros ficcionales tradicionales, haciendo eje en las identificaciones con los participantesvii. También desde una perspectiva veroniana, Lanusse abordó la recepción de la cuarta edición del GH argentino en jóvenes de NSE B y C1. Además de la lectura de GH como un concurso encontró que, en algunos casos, GH pudo haber funcionado como una especie de catálogo de estilos y de perfiles psicológicos Esa lectura de aprendizaje, aunque no sea fuerte, aporta contra los planteos binarios del tipo GH es una cosa para unos y algo totalmente distinto para los otros y ratifica la figura del hojaldre que propusimos para entender la discursividad múltiple ofrecida por el programa. Por último, Cingolani (2008) encuentra distintos modos de leer GH, gramáticas que se estructuran alrededor de una serie de oposiciones: la credibilidad-no credibilidad acerca de lo que ocurre en la casa-estudio; la oposición entre la «ética del juego» y la «ética humana»; la oposición entre la percepción de la realidad de la Casa como representación del mundo extratelevisivo y la que lo entiende como contigüidad de ese mundo. Los entrevistados se dividieron entre aquellos más orientados a evaluar la convivencia y los que se mostraron más inclinados a analizar la dimensión lúdica; más atentos a la ética humana unos y a la del juego otros; valorando como más mundana la cotidianeidad del reality unos y menos los otros.

Como se puede ver, muchos de los hallazgos presentes en este apretadísimo estado del arte se asemejan a los nuestros. El paso más allá que dimos en la tesis —y sintetizamos aquí— fue preguntarnos por la asociación entre las variaciones en reconocimiento y las variables NSE y género.


4. Pistas explicativas para la asociación entre las lecturas de GH y las variables NSE y género

a. Incidencia del NSE y moratoria social

Según nuestras hipótesis, en los sectores socioculturalmente desfavorecidos aparece una combinación de lecturas que resulta de una negociación con el paquete textual analizado. Este desfase encontraría principios de explicación en la relación que las y los adolescentes de esos sectores establecen con la TV y en sus condiciones de existencia. ¿Cómo es posible que adolescentes de los sectores medio bajo y bajo vean el juego de los participantes como una manifestación de la lucha por sobrevivir en la sociedad contemporáneaviii, mientras que adolescentes socialmente más favorecidos lo consideran un divertimento casi gratuito, un hacer interno a la TV (casi) sin consecuencias éticas o humanas? ¿Cómo pueden encontrarse apropiaciones educativas de programas que no se plantean ser educativos, es decir, conocimiento práctico acerca de cómo es la sociedad y cuáles son las reglas básicas para la interacción social en un programa en el que no hay una enunciación deliberadamente pedagógico-objetiva, a diferencia de un documental o un programa periodístico clásicos? A nuestro entender, pueden proponerse dos principios de explicación. En primer lugar y pensando en la relación que, en términos generales, los miembros de los sectores populares estarían estableciendo con el medio televisivo, se trataría de una lectura táctica, desviada del sentido preferencial o dominante, propia de la figura del cazador desarrollada por de Certeau (1997), que rehace parte de los sentidos y las prácticas ofrecidos en este caso por los medios de comunicaciónix.

En segundo lugar, entendemos que la presencia de la lectura de GH como un documental en alguna medida relacionado con el mundo extratelevisivo y la posibilidad de apropiarse de conocimiento que de allí se desprende, se puede relacionar con la estrechez de la moratoria social (Margulis, 1996) de la que goza la adolescencia de estos sectores, esto es, el tiempo de espera del que disponen las y los adolescentes socialmente menos favorecidos antes de adoptar roles adultosx.

b. Incidencia del género y lecturas femeninas

¿Por qué la lectura orientada al aprendizaje acerca de la interacción social que problematizamos en a. logró una presencia más destacada en los varones que en las mujeres de los sectores C3 y D1? La literatura sostiene que el mandato de transformarse en proveedor recae, en los sectores populares, con mayor fuerza sobre los varones que sobre las mujeres. Sobre ellas pesan más los relatos que les asignan prioritariamente roles de reproducción doméstica (Geldstein y Pantelides, 2001; López, 2000; Bianco y Correa, 2003; Kornblit y Méndez Diz, 1994; Margulis, Urresti, Lewin, 2007) que los que las impulsan a una profesión que las saque del hogarxi. Las mujeres, si bien se interesaron por los aspectos convivenciales orientados al mundo «público», se inclinaron mayormente hacia el aprendizaje de las interacciones de base afectiva, focalizando en los conflictos de orden «privado», fortaleciendo así la hipótesis de que los mandatos que mencionamos en el párrafo anterior siguen vigentesxii. Junto a esto podemos entender por qué los elementos melodramáticos ilustran un mundo que aparece como patrimonio de ellas y al que los varones resultaron refractarios.

Lo que nos plantea un problema es el hecho de que las mujeres reconocieron en algunos grupos casi tanto como los varones la lectura de catálogo. Esta relativa paridad podría relacionarse con algunos cambios de época en los códigos culturales que orientan la afectividad y la sexualidad (Margulis et al., 2007: 11 y sig.). Pero estos cambios, incipientes al momento de nuestra investigación y probablemente más profundos en la actualidad, no niegan la vigencia de elementos de una matriz cultural tradicional-popular en materia afectivo-sexual, vigencia que en los grupos focales C3 y D1 se manifestó en las oposiciones que venimos sosteniendo como estructurantes de los procesos de subjetivación masculina y femenina: esfera pública versus esfera privada, trabajo versus afecto, provisión versus reproducción doméstica.


5. Puertas abiertas: recuperando la discusión sobre el poder de las audiencias

En sordina, una discusión acompaña este artículo: el debate sobre el poder de las audiencias. Nos ha guiado la idea de que el poder de un discurso se manifiesta en su capacidad de producir efectos de sentido. Con esta convicción hemos centrado esta tesis en las lecturas adolescentes sobre GH IV procurando asociarlas con las distintas categorías adoptadas por las dos variables consideradas: NSE y género. Al momento de realizar estudios de recepción hubo quienes propusieron la clase social como variable explicativa suficiente de las lecturas halladas en distintos sectores sociales; hubo quienes propusieron la etnia como influencia más significativa; hubo quienes hicieron lo mismo con el género (gender) y quienes pensaron en la edad como instrumento de corte del universo de consumidores de medios. En todos los casos hay una coincidencia: existe alguna variable referencial (Orozco Gómez, 1992) que —según los valores que adquiera— se relaciona con la producción, por parte de los públicos, de diferentes adjudicaciones de sentido. De lo que se trata es de superar la pretensión de una explicación monocausal para los distintos sentidos producidos en recepción y pensar la posibilidad de que las distintas variables postuladas oportunamente influyan en diferente medida y de manera combinada.

¿Cuál es la espada que corta con mejor filo el nudo gordiano de la recepción? ¿Cuál es el conjunto de variables que deben considerarse? Las que en cada caso puedan interrogar a las interpelaciones que el discurso mediático en cuestión realice, desde su propuesta genérica, a los públicos. Por ello, la importancia de combinar una mirada sociosemiótica con una culturalista, que ayude a transformar en huellas las marcas discursivas en producción y, sobre todo, en reconocimiento.



Notas

iNo obstante esta multiplicidad, hay que señalar que en GH IV, la edición que hemos analizado, predomina la propuesta de leerlo como la crónica de un concurso. Más de la mitad del tiempo del programa se dedica al estudio y al confesionario, espacios centrales de la gestión del componente lúdico. En consecuencia, el tiempo que le resta a la Casa, espacio sede del resto de las lecturas, es sensiblemente menor. Esto, sumado al predominio del papel de guía del juego que tienen los conductores, hace de la lectura lúdica la principal oferta. Por supuesto, el carácter hojaldrado de la superficie textual abre, al mismo tiempo, el resto de las lecturas señaladas.

iiEste aprendizaje puede relacionarse con la «apropiación educativa de contenidos no educativos» trabajada por Valerio Fuenzalida y María Elena Hermosilla, entre otros.

iiiConsiderada por las distintas productoras locales dueñas de los derechos de Endemol, esta cuestión habría llevado a esas empresas a incluir tonalidades que expresarían algún aspecto fuerte de cada cultura local: La producción de BB Brasil hizo eje en el sexo como temática, en Australia se incluyeron tópicos vinculados con la ecología y en países de cultura latina como España, Brasil o Argentina se incluyó el componente melodramático. Con respecto a estos dos trabajos nos interesa señalar la pertinencia de la incorporación de la problemática global/local al estudio de la recepción de GH. Si bien no es la primera transposición de un género desde una geografía hacia otras, la velocidad y extensión de su irradiación se destaca tanto como la capacidad de adaptación a contextos culturalmente diferentes: de Japón a España, de Holanda a Paraguay, de Alemania a Brasil.

ivEn el original: «A considerable number of girls regularly watched Germany›s most successful daily soap opera Gute Zeiten, schlechte Zeiten (Good times, bad times) before Big Brother».

vLa investigación de Verón y Asociados S.R.L. —encargada por la producción de GH I y II— trabaja con los mismos segmentos de NSE que hemos tomado en esta tesis pero de los resultados que expone no surgen diferencias en las lecturas que puedan asociarse a los distintos segmentos de procedencia de los entrevistados. No sabemos si las soslayaron o no las encontraron, aunque conociendo la obra académica de Verón nos inclinamos a la primera de las opciones.

viEsta lectura también surgió en uno de los grupos focales que realizamos (varones C1) pero no se manifestó de manera destacada. La hemos encontrado en distintos blogs, foros y otros espacios de intercambio sobre GH transitados por lo que podríamos caracterizar como fanáticos. Allí, el televidente se presenta como un verdadero fiscal de la producción que cuestiona las hipotéticas manipulaciones sobre el desarrollo «normal de la competencia».

viiAl analizar las verbalizaciones citadas en la tesis de Igarzábal se observa que de las cuatro posibilidades de lectura propuestas se destaca la que se centra en los modos de jugar de los participantes, lo cual se asemeja a lo hallado en los grupos focales de NSE C2 y especialmente C1 conformados para el trabajo de campo de esta investigación.

viiiRecordamos el importante matiz de diferencia hallado: mientras los varones del sector D1 observan lo que sucede en la Casa como algo contiguo físicamente a la sociedad, como muestra representativa de ella, los otros grupos D1 y C3 toman al juego de las y los participantes/convivientes como posible metáfora de la sociedad.

ixEn ocasión de la tesis de maestría analizando la recepción del programa televisivo Alessandra tu sexóloga, habíamos encontrado claras muestras de una modalidad popular de vinculación con la TV que combinaba entretenimiento y aprendizaje, lo que en esa ocasión nos llevó a postular idealmente dos modos polares de relacionarse con aquel programa: por un lado la lectura que entonces denominamos escolar o del estudiante atento a la dinámica docente, apoyada en lo que allí habíamos descripto como matriz cultural moderna, y la lectura subrepticia del cazador en coto ajeno, propia de la perspectiva que en otra parte denominamos tradicional–popular, que en la tesis correspondieron a los adolescentes de sector medio alto y medio bajo respectivamente. Habíamos encontrado entre las y los adolescentes estudiados en ese momento, en línea con de Certeau, que la lectura del cazador se relacionaba en general con saberes ligados al sentido práctico, conformando una especie de pragmatismo popular que parecía tener relación con una concepción del saber más sintagmática que paradigmática, más cercana a la idea de guiónen tanto instrucción para una tarea urgente— que a la de enciclopediaen tanto saber acumulable para ser utilizado posteriormente— que encontrábamos en grupos de sector medio alto, vinculados más naturalizadamente con la letra escrita y su valor educativo una síntesis puede leerse en Lewin (2009).

xLa adolescencia y luego la juventud son etapas que representan una transición a la vida adulta. Esas transiciones resultan más cortas en los sectores populares y más largas en los sectores medios y altos. Esto se verifica en algunos datos: a medida que descendemos en el NSE aumenta el número de madres adolescentes, de adolescentes que trabajan y/o que han abandonado la escuela secundaria. La diferencia de velocidad en la transición permite oponer dos situaciones ideales: proyecto y destino. Los sectores más favorecidos gozan de una moratoria social amplia, que permite proyectar, probar, recomenzar. Por el contrario, los sectores con menor capital económico, social y cultural deben hacerse cargo de situaciones protoadultas o adultas —paternidad o maternidad más temprana, necesidad de garantizar nuevos ingresos en el hogar, responsabilidades en el cuidado de otros miembros de la familia—, lo que limita la extensión del tiempo de espera que la sociedad le brinda a esas específicas posiciones del espacio social. En otras ocasiones esas situaciones no se producen pero la coacción existe en forma de relato, tal como se señaló más arriba. Por ejemplo, ser adolescente en un hogar monoparental, como les ocurre a varios de las y los adolescentes varones D1 y algunos C3 que entrevistamos, puede representar una mayor presión para abandonar la educación y lanzarse al mercado de empleo como trabajador adicional, una suerte de pasaje a la adultez más precoz, del mismo modo que la atención puesta en los hermanos menores cuando ambos padres trabajan, suele funcionar como un acicate para el abandono de la escolarización. Pero no es esta la única situación que puede empujar a los adolescentes de sectores bajo o medio bajo a una inserción laboral relativamente temprana: muchas veces la presencia de ambos padres en el hogar y la percepción de ingresos por parte de ambos no es garantía para la reproducción de los miembros: los hogares de NSE bajo presentan una tasa de ocupación menor que los de sectores medios y altos y, a la vez, una tasa de desocupación mayor que ellos. La informalidad del empleo también es mucho más fuerte en ese sector que en los más favorecidos. Y, por último, la falta de credenciales educativas de nivel terciario o universitario también conspira contra la inserción laboral en buena parte de la oferta de empleo, lo que golpea especialmente a los sectores C3 y D1. Por supuesto, la presencia en el hogar de un trabajador adulto asalariado no precario reduce considerablemente la probabilidad de que el adolescente trabaje.

xiAl respecto, podemos apoyarnos en las estadísticas: los varones adolescentes de dieciséis a diecisiete años de NSE bajo que trabajan superan en un 50% a las adolescentes que lo hacen.

xiiDuschatzky (2002) sostiene que las adolescentes mujeres tienen en el horizonte un rol vinculado a lo doméstico —tal como ya hemos sostenido a partir de otros autores— que actúa como reaseguro de su institución como sujetos. Los varones, en cambio, hasta tanto no logran ser varones proveedores, están destituidos. Esto, por supuesto, tiene un fuerte impacto en la subjetividad de varones y mujeres y tal vez aporte a explicar por qué en los grupos focales de los sectores C3 y D1, cuando la conversación derivaba de alguna manera al futuro y a los proyectos de vida que pudieran tener, las mujeres aparecían más cómodas con la temática.



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Hugo Lewin | Argentino

Profesor adjunto de la cátedra Sociología de la Cultura y miembro del Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Buenos Aires. Profesor asociado de la cátedra Cultura y Subjetividad, Universidad de Rafaela, Argentina.

E-mail: hugolewin@yahoo.com.ar


Fecha de recepción: 30/11/2018

Fecha de aceptación: 28/05/2019